Vida
de santidad[1].
A
causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le
rezan con fe, San Judas Tadeo es uno de los santos más populares dentro de la
Iglesia Católica. Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le
recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de
San Judas Tadeo. A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un
mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos
todas partes a predicar la Palabra de Dios. Ambos fueron llamados por Jesús
para formar parte del grupo de sus Doce elegidos, llamados “Apóstoles”. Ambos
recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés
y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus sermones; fueron
testigos de sus apariciones como resucitado e incluso hablaron con Él después
de su santa muerte en la Cruz, y fueron además testigos presenciales de Su
ascensión al cielo.
Mensaje
de santidad.
A
Judas se le llama Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote que fue el que
entregó a Jesús. San Judas Tadeo escribió una de las Cartas del Nuevo
Testamento. En la misma, ataca a los gnósticos y dice que los que tienen fe
pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin
fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de
impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza, sufrirán la pena del fuego
eterno. Entonces, San Judas se caracteriza por luchar contra el gnosticismo,
que es una herejía según la cual el hombre no necesita de la gracia de Dios
para salvarse, sino simplemente adquirir unos conocimientos reservados a los
iniciados; también defendió la pureza del alma y del cuerpo, indispensables
para entrar en el Reino de los cielos, porque sólo así el alma se configura a
Cristo Dios, que es la Pureza Increada.
La
antigua tradición cuenta que a San Simón lo mataron aserrándolo por
medio y a San Judas Tadeo, cortándole la cabeza de un hachazo, por eso es
que a San Judas se lo retrata muchas veces con un hacha en la mano.
Al
recordar a los Santos Apóstoles Simón y Judas Tadeo, les pidamos que intercedan
por nosotros para que siempre vivamos en gracia y obremos la misericordia y
para que nunca caigamos en el error soberbio de pensar que no necesitamos a
Cristo Jesús y su gracia en nuestras vidas.
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