San
Matías fue Apóstol, pero un apóstol particular por tres motivos: fue elegido
directamente por el Espíritu Santo; fue agregado al grupo de los Doce en sustitución
de Judas[1] (y
por eso es llamado “apóstol póstumo”) y fue agregado para una tarea específica,
particular: ser, con los demás apóstoles, “testigo de la resurrección del Señor” [2], tal
como se lee en los Hechos de los apóstoles[3]. San
Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías fue uno de los 72 discípulos que
Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos y una antigua tradición cuenta
que murió crucificado, razón por la cual aparece en las imágenes con la palma
del martirio y una cruz de madera en su mano[4],
aunque en otras, aparece con un hacha a sus pies, sugiriendo una muerte por
decapitación.
Comentando
la elección de San Matías, San Juan Crisóstomo[5]
dice: “Es, pues, preciso que elijamos a uno de ellos para que, junto con
nosotros, dé testimonio de la verdad de la resurrección. No dice: “Para que dé
testimonio de la verdad de las demás cosas”, sino taxativamente: Para que dé
testimonio de la verdad de la resurrección. En efecto, había de ser más digno
de crédito uno que pudiera afirmar: “Aquel mismo que comía, bebía y fue
crucificado es el que ahora ha resucitado”. Por lo tanto, interesaba un testigo
no de lo del tiempo pasado ni de lo del futuro ni de los milagros, sino
escuetamente de la resurrección. Porque todas aquellas cosas eran patentes y
manifiestas; la resurrección, en cambio, era algo oculto que sólo ellos
conocían. Y todos juntos oraron, diciendo: Tú, Señor, que conoces los corazones
de todos, muéstranos. “Tú, no nosotros”. Muy acertadamente invocan al que
conoce los corazones, ya que él, y nadie más, era el que tenía que hacer la
elección. Y hablan a Dios con esta confianza, porque saben que la elección es
algo absolutamente necesario. Y no dicen: “Escoge”, sino: “Muéstranos al
elegido” -a quién has elegido, dice el texto-, pues saben que Dios lo tiene
todo determinado ya de antemano. Echaron suertes entre ellos. Es que aún no se
consideraban dignos de hacer por sí mismos la elección, y por esto deseaban
alguna señal que les diera seguridad”[6].
Como
vemos, según San Juan Crisóstomo, es el mismo Espíritu Santo quien elige a San Matías,
y lo elige para algo muy específico: para ser “testigo de la Resurrección de
Jesús”.
Ahora
bien, nos podemos preguntar: puesto que San Matías fue elegido, como dice San
Juan Crisóstomo, para ser “testigo de la Resurrección”, ¿qué significa ser “testigo
de la Resurrección de Jesús”? ¿Sólo San Matías, elegido tan especialmente,
puede ser testigo de la Resurrección?
Ser
“testigo de la Resurrección” significa ser testigo de que la vida de la gracia,
recibida en el bautismo, se expande con toda la fuerza de su plenitud divina,
más allá de la muerte, venciendo a la muerte, glorificando el alma y el cuerpo,
puesto que de esto se trata, precisamente, la resurrección: el germen de gloria
ha sido injertado en nuestras almas en el momento del bautismo sacramental, por
la gracia santificante, y lo único que tiene que suceder, para que ese germen
de gloria que es la gracia de Jesucristo, se expanda con toda su fuerza divina,
es que este cuerpo de arcilla se deshaga por la muerte corporal, para que
renazca a la vida del Reino de los cielos.
Pero
ser “testigos de la Resurrección” implica no solo esperar la muerte corporal,
para comprobar la realidad de la glorificación del alma y del cuerpo por medio
de la gracia santificante, recibida en germen por la gracia bautismal; ya en
esta vida terrenal, durante toda la existencia terrena del cristiano, desde que
se recibió la gracia del bautismo, ya se es “testigo de la Resurrección”, desde
el momento en que se posee en el alma ese germen de gloria que es la gracia
santificante, que nos hace participar en la vida trinitaria de Dios Uno y
Trino.
Con
respecto a la otra pregunta, de que si solo San Matías podía ser “testigos de
la Resurrección”, es negativa, porque no es un privilegio reservado sólo a
grandes santos como San Matías: todo bautizado es un “testigo de la
Resurrección”, porque lleva en sí mismo la gracia santificante del bautismo
sacramental, y por esa gracia, que al morir glorificará su alma y su cuerpo con
la gloria divina, en la resurrección de los cuerpos, el cristiano tiene el
deber de amor de dar testimonio de su fe en la Resurrección, no solo rechazando
las obras de las tinieblas, las obras del mal, sino ante todo, obrando las
obras de Jesucristo, que son las obras de misericordia. De esa manera, más que
con palabras, dará testimonio de la futura resurrección en la que espera, pero
de la cual es portador, en su alma, por la gracia bautismal sacramental,
recibida en el día de su bautismo.
Como
San Matías Apóstol, todo cristiano está llamado a ser testigo, incluso con su
vida, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
[1] https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mat%C3%ADas_5_14.htm
[2] La Biblia narra de la siguiente
manera su elección: “Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás
discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la
Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó,
cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo
comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: “Campo de sangre”.
El salmo 69 dice: “Su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda
sin quién la habite”, y el salmo 109 ordena: “Que otro reciba su cargo”. “Conviene
entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los
que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con
nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió
a los cielos”. Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y
Matías. Entonces oraron diciendo: “Señor, tú que conoces los corazones de
todos, muéstranos a cuál de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de
Judas”. Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día
en el número de los doce apóstoles” (Hechos de los Apóstoles 1, 15-26).
[3] http://www.liturgiadelashoras.com.ar/
[4] https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mat%C3%ADas_5_14.htm
[5] De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre los
Hechos de los apóstoles; Homilía 3,
1. 2. 3: PG 60, 33-36. 38.
[6] https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mat%C3%ADas_5_14.htm
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