En
nuestros días de este siglo XXI -dominados por la oscuridad y las tinieblas
espirituales más densas que jamás la humanidad haya conocido- se infiltran,
entre los mismos católicos, símbolos, imágenes, conceptos, ideas, provenientes de
la oscuridad y del gnosticismo, que se oponen frontalmente a la Sabiduría y al
Divino Amor de Nuestro Señor Jesucristo.
Uno
de esos símbolos paganos es el denominado “Árbol de la vida”[1],
símbolo gnóstico y cabalístico, usado como amuleto por los jóvenes y adolescentes
católicos.
Sin embargo, el Verdadero y Único “Àrbol de la vida”, es el
Árbol de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, al cual Santa Teresa de Ávila le
dedica su poema: “La Cruz”[2].
Dice así el poema de Santa Teresa:
“En la cruz esta la
vida
Y el consuelo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo”.
Para
Santa Teresa, la Cruz es el Verdadero y Único Árbol de la Vida, y es la Cruz de
Jesús en donde está la Vida –y no el “Árbol de la vida” cabalístico-, porque en
la Cruz está suspendido Aquel que es la Vida Increada en sí misma y Fuente de
toda vida creada, y como Él es la Vida Increada, es la Vida Eterna en Persona, por eso, aunque muere con su vida terrena, Jesús destruye a la muerte del
hombre con su Vida Divina, que es Él mismo, para donar, a todo aquel que se le acerque a la Cruz con
un corazón contrito y humillado, su Vida Divina, la Vida que emanando de su Ser
Trinitario divino, fluye con su Sangre, que es la Sangre del Cordero, la Sangre
del Hombre-Dios Jesucristo, que porta la Vida Eterna consigo y ésa es la razón
por la cual la Cruz, y sólo la Cruz, es el Verdadero y Único “Árbol de la
Vida”.
“En
la cruz está el Señor
De
cielo y tierra.
Y
el gozar de mucha paz,
Aunque
haya guerra,
Todos
los males destierra
En
este suelo,
Y
ella sola es el camino
Para
el cielo”.
La
Cruz de Jesús es el Verdadero y Único Árbol de la Vida, porque en ella está,
dice Santa Teresa, "el Señor de cielo y tierra", y Él es "Señor
de cielo y tierra", porque ante su Nombre, toda rodilla se dobla, en el
cielo -en donde resplandece eternamente la cruz victoriosa, brillante, que
irradia la gloria divina-; en la tierra -en el altar eucarístico, en donde se
renueva de modo incruento y sacramental el mismo y Único Santo Sacrificio de la
Cruz, sobre cuyas especies eucarísticas este Santo Sacrificio imprime su fuerza
y su virtud, haciendo presente al Santo Sacrificio de la Cruz en la Santa
Misa-; y en los abismos, en donde la fuerza omnipotente de la Cruz se
manifiesta con toda su fuerza divina, haciendo sentir el rigor y el furor de la
Ira y de la Justicia Divina contra el Ángel Rebelde y sus secuaces,
aplastándolos contra la última madriguera del Infierno. Y porque por la Cruz,
que es el Único Árbol de la Vida, vino la paz a los hombres, porque en ella
fueron derrotados los tres enemigos mortales de la humanidad, el Demonio, la
Muerte y el Pecado, y porque el que está en la Cruz es la Paz Increada, porque
es Dios Hijo en Persona, dice Santa Teresa que en es la Cruz la que "da
mucha paz", aunque haya guerra, es decir, aunque nos hagan guerra nuestros
enemigos, porque quien se une a la Cruz Victoriosa del Salvador, de Él obtiene
todo triunfo y toda gloriosa paz, la paz que sólo Él, como Dios Encarnado,
puede dar.
"De la cruz dice la Esposa
A su Querido
Que es una palma preciosa
Donde ha subido,
Y su fruto le ha sabido
A Dios del cielo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo".
Para Santa Teresa, la Cruz es el Único y Verdadero Árbol de
la Vida, porque en ella el alma-esposa encuentra a su Dios Esposo, que por ella
cuelga del madero y por salvarla de la muerte eterna, le da su Vida, que fluye
incontenible y eterna, contenida hasta en la última gota de su Preciosísima
Sangre. La Cruz es el Árbol de la Vida, cuyo fruto exquisito y dulcísimo es el
mismo Dios, y por eso no hay fruto que pueda comparársele, para el alma que a
este Árbol Santo se sube, para probar de él los dulzores incomparables de su
fruto admirable. Quien se sube a este Árbol de la Vida, porque quiere probar el
fruto de tan admirable Árbol, prueba el sabor exquisito del Fruto de este Árbol
Único, el Único Árbol de la Vida, y ese fruto exquisito, es “Dios mismo”, como
dice Santa Teresa, al hablar del alma que sube a este Árbol: “Y su fruto le ha
sabido a Dios del cielo”.
"Es una oliva preciosa
La santa cruz,
Que con su aceite nos unta
Y nos da luz.
Toma, alma mía, la cruz
Con gran consuelo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo".
La Cruz es el Único Árbol de la Vida, y el Árbol es un Olivo
Santo, que al ser exprimido en la Pasión, da el aceite sagrado, la “santa luz”,
la luz que brotando del Ser trinitario del Dios Encarnado que en la Cruz
cuelga, filtra sus rayos a través de su Costado, abierto por la lanza, para
iluminar y dar Vida eterna a quien se acerca a la Cruz; por eso la Cruz, dice
Santa Teresa, es “una oliva preciosa”, cuyo “aceite nos unta y nos da luz”, y
el que es ungido por el Aceite de este Árbol de la Cruz, esta Oliva preciosa,
recibe en su alma la luz del Espíritu Santo, el Espíritu que lo conduce al Hijo
y, por el Hijo, al seno del Padre Eterno.
La Cruz es el Único y Verdadero Árbol de la Vida, es un
Árbol Santo que da reposo y sombra, al alma que a Dios Hijo ama y a la sombra
de sus alas se refugia. El Árbol Santo de la Cruz, dice Santa Teresa, protege
al alma con su sombra, y la protege del sol ardiente de las pasiones y del
calor aplastante del Dragón infernal, que con su ardiente odio deicida y
homicida, quiere agostar al alma y hacerla morir de sed, en el desierto
calcinante del mundo sin Dios, pero la Cruz, como dice Santa Teresa, “es el
Árbol verde (...) que da sombra al alma Esposa que bajo su sombra se ha
sentado, para gozar de su Amado”. Quien se refugia a la sombra del Árbol de la Cruz,
no solo es protegido del ardor calcinante de las pasiones sin control y del
acoso de la Serpiente infernal, sino que goza de la Paz y del Amor Divinos que
de Dios Hijo encarnado y crucificado, brotan sin descanso, y así lo dice Santa
Teresa: "Es la cruz el árbol
verde
Y deseado
De la Esposa
que a su sombra
Se ha sentado
Para gozar de su Amado,
El Rey del
cielo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo".
La Cruz es el Verdadero y Único Árbol de la Vida, dice Santa
Teresa, porque el alma que muere al mundo y a sus pompas, y se encuentra a los
pies de Dios rendida, postrada y humillada, con un corazón contrito, para esa
tal alma, que está muerta al mundo, recibe sin embargo, de su Dios, que está
crucificado en el Árbol de la Vida y es Él la Vida Increada misma, en Persona,
toda la vida eterna y gloriosa del Ser trinitario y divino que brota del
Corazón traspasado de Dios Hijo crucificado, y que para dar su vida, por Amor,
está en el Árbol de la Vida, la Santa Cruz, crucificado. Dice así Santa Teresa:
"El alma que a Dios está
Toda rendida,
Y muy de veras del mundo
Desasida
La cruz le es árbol de vida
Y de consuelo,
Y un camino deleitoso
Para el cielo".
La Cruz es el Único y Verdadero Árbol de la Vida, dice Santa
Teresa, porque en ella padeció el Salvador, y por eso en ella está "la
gloria y el honor", y por eso mismo, quien en ella padece, no encuentra
tortura y muerte, sino "vida y consuelo", porque el Dios Omnipotente,
con su poder transforma, en la Cruz, al odio y la muerte del hombre caído en
pecado y unido al Ángel rebelde, en Amor y Vida, y por eso la Cruz es el Verdadero
y Único Árbol de la Vida.
Después que se puso en cruz
El Salvador,
En la cruz esta la gloria
Y el honor,
Y en el padecer dolor
Vida y consuelo,
Y el camino más seguro
Para el cielo.
Y la Cruz es “el camino más seguro para el cielo” y sólo la Cruz es el camino para el cielo, porque en Ella está suspendido Aquél que dijo de sí mismo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”, y nadie va al Padre sino es por Mí” (Jn 14, 6).
[1] Del mismo, dice así Wikipedia: “El árbol de la
vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está
compuesto por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales
representa un estado (sefirá) que acerca a la comprensión de Dios y a la manera
en que él creó el mundo. La Cábala desarrolló este concepto como un modelo
realista que representa un «mapa» de la Creación. Se le considera la cosmología
de la Cábala. Algunos creen que este «Árbol de la Vida» de la Cábala
corresponde al Árbol de la Vida mencionado en la Biblia (Génesis 2, 9). Este
concepto gnóstico fue adoptado más tarde por algunos cristianos, hermetistas, y
aun paganos (…) El Árbol de la Vida se representa en el conocido Árbol
Sefirótico. El mismo se compone de diez emanaciones espirituales por parte de
Dios, a través de las cuales dio origen a todo lo existente. Estas diez
emanaciones, para formar el Árbol de la Vida, se intercomunican con las 22 letras
del alfabeto hebreo (…) En el gnosticismo, el sefirot del Árbol de la Vida
posee muchas semejanzas con el concepto gnóstico cristiano del Pléroma,
emanaciones que autoprovienen del inefable Padre Divino y que ofrecen el mejor
medio posible de describir a Dios. Cada emanación en el Pléroma es nacida de
una emanación anterior a ésta, más compleja. De estas dos alegorías, la más
notable es el final del sefirá en el árbol, Malkuth, y la última emanación en
el Pléroma, Sofía, cuya caída de la gracia causó el mundo físico”; cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81rbol_de_la_vida_(C%C3%A1bala)
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