San
Expedito es llamado "el santo de las causas urgentes", porque cuando
recibió la gracia de la conversión, no dudó ni un instante en dejarlo todo con
tal de seguir a Cristo.
A partir de ese momento, con la luz recibida,
pudo discernir, con toda claridad, qué cosas eran pecado, y qué cosas no lo
eran; pudo discernir y decidió apartarse de lo malo, del pecado, antes que
apartarse de Cristo, porque se daba cuenta de que no se puede ser pecador y
cristiano al mismo, que no se puede seguir viviendo según el "hombre
viejo", del cual habla San Pablo, y ser cristiano; pudo discernir para
darse cuenta de que es incompatible ser cristiano y vivir como pagano, y
decidió en consecuencia, dejar atrás definitivamente la vida de pecado y seguir
el camino de la Cruz ,
el único camino que conduce a la feliz eternidad.
Esta elección le valió la vida
eterna, porque tuvo recibió tanta luz y tanta fuerza de la Cruz de Jesús, que pudo dejar
atrás, definitiva e inmediatamente, su anterior vida mundana, para vivir la
vida de la gracia.
Entre el pecado y la vida de la
gracia, San Expedito eligió la vida de la gracia.
Y este es precisamente el mensaje de
santidad de San Expedito, su elección por Jesucristo y la gracia, porque
también para el cristiano se presenta, a cada instante, la misma posibilidad de
elegir, entre el pecado y la gracia.
Por ejemplo, el día Domingo, cada
cristiano puede elegir, entre acudir al templo, a recibir a su Dios en la Eucaristía , para
alimentarse de su Amor, de su luz y de su vida, y así ser feliz, o bien dejar
de lado a Dios, por un partido de fútbol, por un paseo, por una diversión, que
llenan el alma de vacío.
Cada cristiano puede elegir entre
encender el televisor, o conectarse a internet, para ver un programa indecente,
o distractivo, o en cambio apagarlo, para dedicarse a la lectura de la Palabra de Dios, al rezo
del Rosario, a la oración, a la meditación.
Cada cristiano tiene la posibilidad
de elegir entre perdonar a su enemigo en nombre de Cristo, o seguir el camino
del rencor, del enojo y de la venganza.
Cada cristiano puede elegir entre
pedir perdón, si es que ofendió a alguien, o continuar siendo soberbio y
orgulloso, sin humillarse, como Cristo lo hizo por él en la Pasión.
La devoción a San Expedito tiene que
llevarnos, entonces, a imitarlo en su amor a la gracia y al rechazo del pecado.
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