En la
otra vida, en el Reino de los cielos, dentro de los Santos que adoran a Dios
Trinidad, existen jerarquías, categorías, las cuales determinan una mayor o
menor aproximación a Dios, enseña Santo Tomás de Aquino. Esta jerarquía no la
determina Dios, en el sentido de que no es Dios quien “decide” en qué puesto va
un alma y en qué puesto va la otra, sino que es el amor que el santo tuvo a Dios
en esta vida terrena, el que determina su puesto por la eternidad en relación a
Dios. Entonces, según este razonamiento, cuanto más se ame a Dios en esta vida,
más cerca se estará de Dios en la eternidad; cuanto más amor tiene el santo a
Dios en la tierra, tanto más cerca estará de Dios en el Reino de los cielos.
Esto quiere
decir que un gran teólogo, renombrado por sus estudios, o un prestigioso cardenal,
que recibe grandes honores por su posición jerárquica, no necesariamente
tendrán un lugar superior por sus conocimientos y títulos en sí mismos que una
anciana o un anciano, campesinos, de fe sencilla, rústicos, pero con gran amor
a Dios.
Ahora bien,
lo contrario también es cierto: un teólogo renombrado o un cardenal encumbrado
en las altas jerarquías de la iglesia, pueden ser humildes y no dejarse
arrastrar por los vanos halagos de los hombres y amar con humildad y amor profundo
y sincero y con amor todavía mayor que el de los campesinos rústicos, lo cual
determinará un lugar más cercano a Dios, en la otra vida, que dichos campesinos.
En fin, lo que suceda, solo Dios lo sabe; lo que debemos hacer, por nuestra
parte, es esforzarnos en amar a Dios en las cosas pequeñas y grandes de la
vida, no una vez, sino todas las veces y todos los días, procurando aumentar
nuestro amor sincero hacia Él cada vez más.
En el caso
de los mártires -en especial, el de los mártires rioplatenses, cuya memoria
celebramos hoy-, se da casi siempre el máximo grado de amor a Dios que pueda
darse en esta vida, según las palabras, ya que es la máxima semejanza humana a
la muerte sacrificial y martirial del Hombre-Dios Jesucristo en la cruz, según
sus palabras: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” y por
eso es de suponer que en los cielos sean quienes estén más cerca del Cordero de
Dios, que el resto de los santos.
A los
Santos Mártires Rioplatenses nos encomendamos y les pedimos que intercedan para
nosotros la gracia, no de tener la misma muerte martirial que la que tuvieron ellos,
ya que eso sería una temeridad, porque la muerte martirial es una gracia que Dios
concede a quienes Él elige; sino que les pedimos para que intercedan para que Nuestro
Señor nos conceda la gracia de alejarnos de las ocasiones de caer en el pecado;
de ser perseverantes en el estado de gracia; de ser perseverantes en la profesión
de la Santa Fe Católica -que se encuentra al detalle en el Credo de los
Apóstoles- y que seamos perseverantes en la práctica de las obras de
misericordia, ya que esto nos asegura la entrada en el Reino de los cielos,
además de acrecentar cada vez más el amor a Dios en nuestros corazones en esta
vida, lo cual nos hará estar cada vez más cerca de Dios en la vida eterna.
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