San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 2 de febrero de 2023

San Blas, obispo y mártir

 



         Vida de santidad[1].

         San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia, conocido por sus contemporáneos por haber obrado numerosas curaciones milagrosas, aun en vida terrena. Ejercía la profesión de médico y luego decidió retirarse para vivir en la oración y la penitencia, como eremita y esto lo hizo incluso después de haber sido nombrado obispo, convirtiendo la cueva en la que vivía, ubicada en el bosque del monte Argeus, en su sede episcopal.

         Mensaje de santidad.

En la actualidad, San Blas es patrono de los otorrinolaringólogos y de quienes padecen alguna afección a la garganta y esto se debe a que, según la tradición, San Blas volvió a la vida a un niño que acababa de morir al habérsele atravesado una espina de pescado en la garganta. Es de este milagro de donde se deriva la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta, 3 de febrero.

Forma parte de su vida de santidad el afecto y aprecio que tenía por los animales, considerándolos como parte de la Creación de Dios. Por este afecto a los animales, también los curaba y también según la tradición, los animales enfermos o heridos se acercaban a su cueva en Argeus para que los cure. Estos, en retribución, no le hacían daño ni lo molestaban cuando oraba.

Debido a que los animales enfermos se reunían en la entrada de la cueva donde vivía San Blas, fue esto lo que llamó la atención de un grupo de cazadores: estos habían ido al monte a cazar animales para utilizarlos en los juegos de la arena en el circo y al ver a numerosos animales feroces esperando mansamente a la entrada de una cueva, decidieron entrar en la cueva para ver de qué se trataba y así fue como encontraron a San Blas. Lo llevaron preso, porque en esos días se había desencadenado una persecución contra los cristianos debido a una orden del gobernador de Capadocia, llamado Agrícola. Una vez que estuvo en presencia del gobernador, que era pagano y anticristiano, le exigieron bajo amenaza de muerte que renegara de la fe en Jesucristo, pero San Blas se opuso firmemente. Por su negativa a renunciar a la fe en Jesucristo, San Blas fue sentenciado a muerte y conducido a prisión, en donde debía esperar para su ejecución, pero incluso estando en prisión, seguía haciendo milagros y curando a los enfermos y bautizando a los que querían hacerse cristianos. De acuerdo a las Actas de San Blas, fue condenado a morir por ahogamiento pero, cuando fue arrojado a las aguas, el Santo empezó a caminar sobre estas, repitiendo el milagro que hizo Jesucristo. Entonces fue conducido al cadalso, fue torturado y, finalmente, decapitado. Murió, como mártir, el año 316 D. C, en tiempos del Emperador Licinio. Así como la muerte martirial de San Blas fue en su tiempo un testimonio de fe en Jesucristo como Dios y Salvador, así lo es en nuestros días, caracterizados por la apostasía generalizada, es decir, por el abandono voluntario de la fe católica, llegando incluso algunos al extremo de formar agrupaciones para exigir que se borren sus nombres de los libros de bautismos de las parroquias; no se dan cuenta que así están borrando voluntariamente sus nombres del Libro de la Vida y por lo tanto, al fin de la vida terrena, sufrirán la muerte eterna en el Infierno. Pidamos a San Blas que interceda para que perseveremos en la fe católica y en las obras de misericordia todos los días de nuestra vida terrena, hasta el último día, para que así seamos conducidos al Reino de los cielos en la eternidad y le pidamos también al santo que bendiga nuestras gargantas, pero no solo para que no nos enfermemos de la garganta o para que nos curemos si estamos enfermos, sino para que de nuestras gargantas solo salgan palabras de compasión para con nuestros prójimos y de adoración para con nuestro Dios, Jesús Eucaristía.

 

 

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