En momentos en que, dentro y fuera de la Iglesia , se piensa, se
habla, se escribe, en contra de la virginidad de María, debemos recurrir a San
Ildefonso para afianzarnos y fortalecernos en la fe en la Madre de Dios. No es
intrascendente sostener esta verdad o no: si María no fue Virgen, si Ella no
fue la Madre de
Dios, entonces Jesús no es Dios Hijo en Persona, porque Dios no podía nacer en
un seno materno en el que se hubiera dado cabida al pecado, al mal, al error, a
la ignorancia. Sería algo equivalente a derramar agua cristalina en un recipiente
de cristal, limpio, pero en cuyo fondo hay lodo; el agua se contamina con el
barro y se vuelve impura. Esto no quiere decir que Jesús, siendo Dios, si se
hubiera encarnado en una mujer que no hubiera sido virgen ni concebida en
gracia, como María Santísima, hubiera contaminado su divinidad, porque eso es
imposible, pero sí habría sido algo contrario a la dignidad de su divinidad.
Porque el fruto de la concepción de María es Dios, es que María debía ser
Virgen y Llena de gracia, porque sólo así podía encarnarse Aquel que es el
Cordero Inmaculado y la
Gracia Increada misma.
El ataque a la Virgen y a Jesús, en la
negación de su condición de Virgen, es en el fondo un ataque a la Iglesia , porque la Virgen es Madre y Modelo de
la Iglesia. Si
la Virgen no fue
Virgen, si Ella nació con el pecado original; si Jesús fue concebido como un
hombre más entre otros, entonces la
Iglesia no concibe en su seno virginal, por el poder del
Espíritu Santo, a Jesús en la
Eucaristía , y tanto la Iglesia como la Eucaristía son inventos
de hombres. Esta es la importancia de defender la verdad acerca de María Virgen
y Llena de Gracia.
Dice así San Ildefonso contra los que calumnian a la Madre de Dios, negando su
virginidad, y por lo tanto, negando también su condición de Llena de gracia:
“¿Qué osas decir, caos de locura, de aquella morada de Dios, de aquella corte
del Rey de las victorias, clarísima con el brillo del pudor, de aquel palacio
del Emperador de las cosas celestiales y asiento gloriosísimo de Aquel a quien
no pueden comprender la plenitud y la diversidad de los lugares? ¿El tronco de
la vida daría ramas de muerte? ¿El huerto cerrado en que brotó la flor de la
peregrina virginidad habría de producir abrojos y serpientes? ¿De la fuente de
la vida, sellada con el parto virginal, manaría el cieno de la impureza?”.
Lo mismo que dice San Ildefonso, lo podemos decir
nosotros a quien le niega a la
Iglesia su condición de Esposa mística del Cordero de Dios.
ORACIÓN
A MARIA
De
San Ildefonso de Toledo
(del
Libro de la perpetua virginidad de Santa María)
A
ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la
Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo, servirte a ti y a tu Señor.
A
Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador; a
Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas;
a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.
Yo
soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres
esclava de mi Señor.
Concédeme,
por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen
aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal
aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu
llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te
he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy
agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me
conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.
¡Ojalá
yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis
ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir
sirviéndola continuamente!
Pues
los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer
a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis
a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No
glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que
el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no
rendís honor a la Madre del Señor con la excusa de honrar a Dios su
Hijo.
Sin
embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi
Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para
probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su
Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,deseo
servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues
el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor; lo que se
da a la Madre redunda en el Hijo; lo que recibe la que nutre termina en el
que es nutrido, y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer
sobre el Rey.
Por
eso me gozo en mi Señora, canto mi alegría a la Madre del
Señor, exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi
Creador y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque
gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios y espero
que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua, ahora,
desde ahora y en todo tiempo y en toda edad
por
los siglos de los siglos.
Amén.
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