Vida de santidad.
En
el calendario tradicional de la Iglesia, antes del Vaticano II, la fiesta de
San Matías se celebraba el 24 de febrero. En 1969, su fiesta se trasladó al 14
de mayo para que se celebrara fuera de la Cuaresma y más cerca de la Solemnidad
de la Ascensión[1]. San
Matías se convirtió en Apóstol es cuando fue elegido por sorteo por los
Apóstoles después de considerar necesario reemplazar a Judas Iscariote. Al
tomar una decisión sobre a quién elegir para reemplazar a Judas Iscariote
después de su muerte, los 11 Apóstoles restantes propusieron dos candidatos que
cumplían con los requisitos: José llamado Barsabás (quien también era conocido
como Justo) y Matías. Oraron para que el Señor les mostrara a cuál de los dos
había escogido para la misión, y echaron suertes sobre los dos hombres; “la
suerte cayó sobre Matías; y fue inscrito con los once apóstoles” (Hechos 1:26).
Esta fue la última vez que se echaron suertes para tomar una decisión ya que,
después de Pentecostés, el Espíritu Santo los guiaría en sus decisiones. Aunque
no se sabe con certeza cómo murió San Matías, la tradición sostiene que fue
martirizado por su fe, como muchos de los otros Apóstoles. Se cree que fue
apedreado y luego decapitado y es por esta razón que se lo representa con un
hacha, el instrumento de su martirio. También según la Tradición, predicó
primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó
la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de
los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en
Cólquida, el cual según sostienen los relatos griegos fue mediante la
crucifixión[2].
Mensaje de santidad.
San
Matías es el santo patrono de los sastres, los que tienen viruela, los
carpinteros y los que luchan contra el alcoholismo y la razón de este último
patronazgo es que Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la
insistencia con que predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar
la sensualidad. Esta lección la había aprendido del mismo Jesucristo. Clemente
de Alejandría (Strom., III, 4) registra una frase que se atribuye a San Matías
en la que dice “debemos combatir nuestra carne, no valorarla, y no concederle
nada que pueda halagarla, sino aumentarla. El crecimiento de nuestra alma por
la fe y el conocimiento.” La naturaleza de este dicho y su estímulo para crecer
en autodominio y virtud es probablemente la razón por la que se atribuye a San
Matías ser uno de los santos patronos de quienes luchan contra el alcoholismo.
San Matías Apóstol nos deja entonces un triple mensaje:
escuchar la Voz de Dios, Nuestro Señor Jesucristo y ponerla en práctica, dando
testimonio del Salvador hasta dar la vida; su martirio, por el cual demuestra
que este testimonio no es solo de palabras, sino hasta el derramamiento de
sangre; por último, con sus palabras acerca de la lucha ascética del espíritu
-ayudado por la gracia- contra la carne, para evitar caer en la concupiscencia,
nos muestra el camino hacia la santidad, un camino que no es otro que el Camino
Real de la Cruz, el Via Crucis, que es a su vez lo que dice el libro de
Job: “Lucha es la vida del hombre en la tierra”, lucha ante todo espiritual,
para mantener el alma alejada del pecado y de las ocasiones de caer y en estado
de gracia, para así poder recibir ya desde la tierra el Tesoro de los tesoros,
el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.
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