San Expedito
es considerado como “el santo de las causas urgentes”, es decir, es el santo a
quien se acude cuando se está atravesando por una situación delicada -una
enfermedad, falta de trabajo, una situación afectiva extrema, etc.- y se necesita
una solución “urgente”. Para saber la razón por la que San Expedito recibió
este título, es necesario repasar brevemente su vida.
San Expedito
era un legionario romano que, aunque era una buena persona, estaba sin embargo
en la oscuridad espiritual porque no conocía a Nuestro Señor Jesucristo. Es decir,
San Expedito, antes de ser cristiano, era pagano, lo cual quiere decir que
creía en muchos y falsos dioses -que en realidad eran demonios, como dice la Escritura:
“Los dioses de los gentiles son demonios”- y además creía en muchas
supersticiones, como el uso de amuletos, talismanes y todas esas cosas
horribles que utilizan los brujos. Sería el equivalente, en nuestros días de
hoy, a alguien que cree en ídolos demoníacos como la Santa Muerte, el Gauchito
Gil, la Difunta Correa, entre otros, y como alguien que usara la mano de
Fátima, el ojo turco, la cinta roja para la envidia, el árbol de la vida y
muchos otros amuletos que lo único que hacen es atraer la presencia del Demonio
en la vida de quien los usa. Es decir, San Expedito era prisionero, estaba
atrapado por el Demonio, por sus ídolos y por sus amuletos y bajo el mando y el
influjo de los hechiceros.
En un
determinado momento de su vida, San Expedito recibió la gracia de la
conversión, que es una luz interior, concedida por el Espíritu Santo, para que pudiera
conocer a Jesucristo, Quien es el que nos hace libres, como Él lo dice en el
Evangelio: “La Verdad os hará libres” y como la Verdad en Sí misma es Él, que
es la Sabiduría del Padre, es Jesucristo quien nos hace libres de verdad,
liberándonos de la esclavitud del pecado, del error y del Demonio. Por esta
razón es que San Expedito aparece en sus imágenes con una cruz blanca en su
mano, ya que, al recibir la gracia para conocer a Jesucristo, estaba meditando
sobre Jesús crucificado, para saber quién era Jesús. En ese momento, se le
apareció del Demonio en persona, pero oculto bajo la imagen de un cuervo negro,
porque si se le aparecía tal como es, el Diablo es tan horrible, que la persona
puede morir del susto con solo verlo. El Diablo, que es astuto y llamado “Seductor”,
comenzó a sobrevolar sobre San Expedito, diciéndole: “Cras, cras”, que en latín
significa “mañana” y hacía esto porque lo estaba tentando, no con renunciar a
Jesucristo, sino con dejar la conversión “para mañana”. En otras palabras, es
como si le dijera: “No te conviertas hoy, déjalo para mañana, por hoy, continúa
siendo pagano, continúa adorando mis ídolos, continúa usando mis amuletos; ya mañana
tendrás tiempo de convertirte”. El Diablo sabía que, si San Expedito caía en la
trampa, cometía un gran error, porque nadie sabe si estará vivo mañana,
entonces, si él dejaba la conversión para el día siguiente, exponía su alma a
la condenación eterna, al no estar convertido a Jesucristo.
Pero el
santo, recibiendo una fuerza y una luz extraordinaria de la Santa Cruz que
sostenía en su mano, exclamó con prontitud y con gran voz: “¡Hodie!”, que en latín
significa: “hoy”. Con esto, San Expedito decía lo siguiente: “¡Hoy y no mañana,
me convertiré a Jesucristo; hoy y no mañana, dejaré de adorar a los ídolos
demoníacos para adorar al Único y Verdadero Dios, Nuestro Señor Jesucristo; hoy
y no mañana, dejaré de usar los amuletos y talismanes de los brujos y
hechiceros, para usar imágenes de la Virgen el Santo Crucifijo; hoy y no
mañana, dejaré de cumplir los mandamientos de Satanás para comenzar a vivir
según los Mandamientos de la Ley de Dios y esto lo haré por mí y por mis seres
queridos”. En otras palabras, San Expedito reaccionó de manera urgente frente a
la tentación del Demonio y pidió con su proclama, la verdadera causa urgente
que todos debemos pedir todos los días y es la conversión del alma a Nuestro
Señor Jesucristo, Presente en la Santa Cruz y Presente en Persona en la Sagrada
Eucaristía y esta gracia de la conversión debemos pedirla para nosotros, para
nuestros seres queridos y para todo prójimo. Por esta razón, San Expedito es el
“santo de las causas urgentes” y la primera causa urgente es la conversión del
alma y del corazón a Jesús Eucaristía.
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