San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 5 de agosto de 2022

El Sagrado Corazón y la Devoción del Primer Viernes

 



         En la Tercera Revelación, ocurrida en el mes de julio de 1674[1], el Sagrado Corazón se le apareció a Santa Margarita María de Alacquoque y la santa lo relata así: “Un día, arrodillada ante el Santísimo sacramento expuesto en el altar… Jesucristo, mi dulce Maestro, se me presentó, todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas resplandeciendo como tantos soles. De todas partes de Su Sagrada Humanidad brotaban llamas pero especialmente de Su adorable pecho, que era como un horno. Abriéndolo, me mostró Su corazón amoroso y adorable como la fuente viva de esas llamas. Luego me reveló todas las maravillas indecibles de su amor puro y el exceso de amor que había concebido para los hombres de quienes no había recibido más que ingratitud y desprecio. Entonces Jesús le dijo: “Esto es más penoso para Mí, que todo lo que soporté en mi Pasión. Si tan solo me devolvieran algo de amor, no consideraría todo lo que he hecho por ellos, y haría aún más si fuera posible. Pero sólo tienen frialdad y desprecio por todos Mis esfuerzos por hacerles el bien. Tú, al menos, puedes darme la felicidad de compensar su ingratitud, tanto como puedas”. Jesús se queja ante Santa Margarita por la frialdad y la indiferencia que recibe de parte de los bautizados, por quienes Él entregó su Vida en la Cruz y donó su Amor en Pentecostés. En vez de adorarlo en el Santísimo Sacramento del altar, la Sagrada Eucaristía, los católicos prefieren sus propios intereses y diversiones, dejándolo a Jesús solo en el sagrario y en el altar, porque casi nadie viene a Misa los Domingos y mucho menos a adorarlo en la Sagrada Eucaristía. Luego Jesús le dijo qué es lo que debía hacer Santa Margarita para apaciguar su dolor y es el adorarlo a Él todas las veces que pueda y recibirlo en la Sagrada Comunión el primer viernes de cada mes: Primero, debes recibirme en el Santísimo Sacramento tan a menudo como la obediencia lo permita, sin importar qué mortificación o humillación pueda implicar. Además, recibiréis la Sagrada Comunión el primer viernes de cada mes y todas las noches entre el jueves y el viernes os haré partícipes de ese dolor de muerte que tuve la voluntad de sufrir en el Huerto de los Olivos. Este dolor te reducirá, sin que sepas cómo, a una especie de agonía más amarga que la muerte. Para unirte a Mí en la humilde oración que entonces ofrecí a Mi Padre celestial en agonía, debes levantarte entre las once y las doce y permanecer conmigo de rodillas durante una hora, con el rostro en tierra, para apaciguar la ira de mi Padre Eterno, y pedirle perdón por los pecadores. Así compartirás conmigo, y de alguna manera aliviarás el amargo dolor que sufrí cuando mis discípulos me abandonaron y me vi obligado a reprocharles que no podían velar conmigo ni siquiera por una hora. Durante esa hora debes hacer lo que yo te enseñaré”. Notemos que Jesús la llama a una intensa unión de amor en la Eucaristía, pero no le promete que su vida será un colchón de rosas, sino que la hará partícipe del dolor y de la amargura que Él padeció por amor a todos y cada uno de nosotros. Todos los católicos debemos, en consecuencia, pedir la gracia de unirnos a la Pasión de Amor del Sagrado Corazón, para así aliviar sus dolores, amarguras y sufrimientos.

 

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