San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 1 de junio de 2022

La devoción al Sagrado Corazón, camino seguro de santidad

 



Si alguien tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús, ¿obtiene algún beneficio espiritual? En rigor de verdad, el Sagrado Corazón de Jesús debería ser amado, adorado y glorificado por todos los hombres, independientemente del beneficio espiritual que esta devoción pudiera dar, pero aun así, la devoción al Sagrado Corazón constituye, para el alma, una fuente de gracia infinita. Para responder a la pregunta inicial, respecto al alcance y a los frutos de esa devoción, dice así Santa Margarita María: “No hay camino más corto ni más seguro para la perfección de que consagrarse al divino Corazón, prestándole todos los homenajes de amor, honra, alabanza y adoración de que somos capaces. Creo que, en la vida espiritual no existe devoción más propia para que en breve plazo se pueda llevar un alma a la santidad, y hacerla experimentar la verdadera felicidad, que en el servicio del Corazón de Jesús”[1].

Un hecho sucedido en la primera aparición, el 27 de diciembre de 1673 a Santa Margarita María, nos da una idea de la grandeza de la devoción al Sagrado Corazón. La santa se encontraba, como de costumbre, arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Ella lo cuenta así[2]: “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado. Él me dijo:Mi Divino Corazón está tan apasionado de Amor a los hombres (…) que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame para enriquecerlos con (…) las gracias santificantes necesarias para apartarlos del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía”. Aquí vemos cómo el Sagrado Corazón derrama gracias abundantes sobre sus devotos, para que estos no caigan en el Infierno eterno, en el fuego del Infierno y para eso es que los envuelve con el Fuego de su Sagrado Corazón. Por otra parte, si Santa Margarita, siendo santa como era, es llamada por Jesús “abismo de indignidad e ignorancia”, cada uno de nosotros, que nos consideramos devotos del Sagrado Corazón, debemos considerarnos, mínimamente, cien veces más indignos e ignorantes del Amor de Dios, que Santa Margarita y esto para que no caigamos en la soberbia de creernos mejores que los demás porque somos devotos del Sagrado Corazón.

Continúa Santa Margarita: “Luego, me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al mismo tiempo: “He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón”. Aquí podemos ver cómo el devoto del Sagrado Corazón, lejos de tener la vida terrena sin problemas ni dificultades, es hecho partícipe de la Pasión del Señor, de distintas maneras, de forma que, si no tiene dolor físico, puede tener un dolor moral o espiritual, que lo hace participar de los dolores de Jesús. Una idea equivocada de los cristianos es que, por ser cristiano, o por hacer alguna oración distraída de vez en cuando, ya se encuentra libre de todas las aflicciones y padecimientos de esta vida terrena, cuando en realidad el sufrimiento y el padecimiento, del orden que sea, nos enseña el Sagrado Corazón, es una participación a su Pasión redentora.

Por último, si el don que Jesús le hace a Santa Margarita, de convertir su corazón humano en una chispa de su Sagrado Corazón, que arde envuelto en las llamas del Divino Amor y así le demuestra su gran amor por ella, mucho más Amor nos demuestra a quien, por la Misericordia Divina, recibe no una chispa de las llamas del Sagrado Corazón, sino al Sagrado Corazón en su totalidad, en cada comunión eucarística, en estado de gracia. Acudamos al Sagrado Corazón Eucarístico, siempre en estado de gracia, para recibir al Corazón de Dios, envuelto en las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo.

 

 

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