Un cierto día, estando Santa Catalina en su celda, se le
apareció Jesús, portando dos coronas en sus manos: una de oro y otra de
espinas. Se las mostró a Santa Catalina y le dijo que eligiera cuál corono
quería llevar, que la que ella eligiese, Él se la daría. Santa Catalina, sin
dudar un instante, eligió la corona de espinas, mientras decía: “Yo deseo, Oh
Señor, vivir aquí siempre conforme a tu pasión, y encontrar en el dolor y en el
sufrimiento mi reposo y deleite”.
Es decir, Jesús le ofrecía una corona de oro y si la Santa
la hubiera elegido, la habría elegido legítimamente, porque Jesús no da cosas
vanas. Si hubiera elegido la corona de oro, con toda probabilidad, la santa
habría sido reconocida entre las grandes cortes y habría recibido en vida el
homenaje que de todos modos se le tributó luego de haber transitado por esta
vida. Sin embargo, la Santa optó por elegir la corona de espinas. ¿Por qué
razón? Ella misma lo dice: “deseo vivir conforme a tu pasión y encontrar en el
dolor y en el sufrimiento mi reposo y mi deleite”. Hay dos razones entonces:
vivir conforme a la Pasión del Señor, por un lado y, por otro, encontrar en el
dolor y en el sufrimiento el reposo y el deleite.
La respuesta y la elección de Santa Catalina son ejemplo
para todos los cristianos de todos los tiempos, incluidos los nuestros: al
igual que la santa, no debemos buscar acomodarnos al mundo y vivir según las
reglas del mundo, sino que debemos vivir imitando y también participando de la
Pasión Redentora de Jesucristo. También, al igual que la santa, debemos huir de
una concepción hedonista de la vida, que busca rechazar el dolor y el
sufrimiento a toda costa. Así, vemos que incluso católicos practicantes, cuando
tienen una enfermedad, buscan deshacerse de esa enfermedad, acudiendo a cuanto
pseudo-sanador encuentren y haciendo todo tipo de terapia de la Nueva Era, con
tal de deshacerse del dolor. Ésa no debe ser la actitud del cristiano, frente al sufrimiento y el dolor. Además de hacer los tratamientos correspondientes según la medicina tradicional y convencional, el cristiano debe unirse espiritualmente a la Pasión del Señor, para participar de la misma.
El dolor y el sufrimiento tienen valor cuando se
los asocia al dolor y al sufrimiento de Cristo Crucificado y de la Virgen al
pie de la cruz. Santa Catalina de Siena elige la corona de espinas porque ha
comprendido, iluminada por la gracia, el valor de participar de los dolores de
Jesús en la Pasión. Al recordarla en su día, le pidamos a la Santa para que
nosotros elijamos no el mundo y sus comodidades, representados en la corona de
oro, sino participar de Cristo y su Pasión redentora, representada en la corona
de espinas y le pidamos a la santa que nos ayude a elegir siempre la corona de
espinas.
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