San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 15 de marzo de 2018

San José enseñó a su Hijo Dios a trabajar el madero con el que fabricaría la Santa Cruz



         Cuando Jesús era niño, San José le fabricaba juguetes de madera como regalos con los que le demostraba su amor a su Hijo Jesús. Luego, siendo ya joven, San José, ejerciendo su rol de padre adoptivo encomendado por Dios Padre, le enseñó el oficio que él sabía hacer, el oficio de carpintero. Si bien Jesús era Dios y en cuanto tal era omnisciente, en cuanto hombre era perfecto pero también debía adquirir las destrezas necesarias para la vida de todo hombre, entre ellas, la de un oficio que, en este caso, era el de carpintero. Con su padre adoptivo como maestro, Jesús aprendió a trabajar el leño, el mismo leño con el que luego habría de ser fabricado el instrumento de salvación de los hombres, la Santa Cruz del Calvario.
         Junto a su padre adoptivo, Jesús trabajó aprendiendo el oficio de carpintero hasta la edad de treinta años, edad establecida por Dios Padre para que comenzara su predicación pública y la parte final del misterio pascual de muerte y resurrección con el cual habría de salvarnos. Sin embargo, aun antes de comenzar su prédica pública, durante toda su niñez y juventud, mientras trabajaba la madera, Jesús no estaba ajeno a nuestra salvación. Como Él es Dios, Él nos tenía, a todos y a cada uno de nosotros, presentes en su Mente y en su Corazón, y nos tenía de tal modo presentes, que a cada instante nos nombraba y amaba a cada uno, como si cada uno de nosotros fuéramos los únicos habitantes de la tierra. Mientras aprendía el oficio de carpintero, mientras su padre adoptivo le enseñaba a trabajar la madera, Jesús pensaba en cada uno de nosotros, a cada instante, y a cada enseñanza de San José sobre cómo trabajar la madera, Jesús suspiraba por el día en el que no ya San José, su padre adoptivo, sino Dios Padre, fuera quien le confeccionara con el madero una Cruz, la Santa Cruz, sobre la cual Él habría de extender su Cuerpo Purísimo para ofrendarlo en sacrificio y salvación de toda la humanidad, incluidos todos y cada uno de nosotros.

Cuando era niño, San José, como padre adoptivo de Jesús, le regalaba juguetes de madera; cuando era joven, San José le enseñó a amar el madero y el oficio de carpintero y todo esto que hacía San José era para preparar a Jesús para que recibiera, en la edad adulta, el regalo que Dios Padre le tenía preparado desde la eternidad: una hermosísima cruz de madera para que sobre ella ofreciera su Cuerpo y derramara su Sangre por nuestra salvación. Entonces, cuando Dios Padre nos regala una cruz, eso significa que nos está tratando con el mismo Amor con el que trataba a su Hijo Jesús.

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