Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia” (Mt 16, 18). La gran
tentación del mundo moderno, ateo y materialista -aunque también de muchos
cristianos-, es considerar al Papa como el mero líder de una organización
religiosa que, para colmo de males, ha quedado anclada en el pasado.
Es así como se pretende que el Papa cambie,
modifique o suprima estados o situaciones para los cuales el Papa no tiene
poder, ya que dependen de la naturaleza misma de las cosas y de la Voluntad divina expresada
de modo irreversible. Muchos pretenden que el Papa modifique la legislación
vigente acerca del celibato sacerdotal, o que permita la ordenación de mujeres,
o que haga posible un nuevo matrimonio para los divorciados, entre otros muchos
temas.
Quienes pretenden estos cambios olvidan que el
Papa no es el líder de una organización religiosa, ni un jefe de Estado: el
Papa es el Vicario de Cristo, el representante de Cristo en la Tierra, el “dulce Cristo en
la tierra”, como lo llama Santa Catalina de Siena, y que la Iglesia se funda en él así
como él se funda en Cristo. Quienes pretenden semejantes cambios en la Iglesia, cambios que
deformarían la Iglesia
de modo irreversible, hasta convertirla en una anti-Iglesia, olvidan las
palabras de Cristo, por las cuales instituye el papado y nombra a Pedro como al
primer Papa: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
Adherir al Papa y a su Magisterio es, por lo
tanto, adherir a Cristo y a su Magisterio; oponerse al Papa es oponerse al
mismo Cristo.
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