Vida
de santidad[1].
Nació en Vicenza el año 1480. Estudió derecho en Padua y,
después de recibida la ordenación sacerdotal -fue ordenado en 1516, a los 36
años-, instituyó en Roma la sociedad de Clérigos regulares o Teatinos, con el
fin de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero. San
Cayetano se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la
caridad para con el prójimo. Poco tiempo después de ser ordenado sacerdote, fue
nombrado secretario privado del Papa Julio II, asistiéndolo en la escritura de
las cartas apostólicas. Funda en Roma la “Cofradía del Amor Divino”, una asociación de clérigos que se
dedicaba a promover la gloria de Dios. Como sacerdote, obraba obras de
misericordia corporales y espirituales: por un lado, ayudaba y servía
personalmente a los pobres y enfermos, especialmente a los que poseían
enfermedades más severas; por otra parte, se preocupaba mucho por el bien
espiritual de su congregación. Por eso solía repetir: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje
de la adoración (esto es, en la Adoración Eucarística), en el hospital le
encontramos personalmente” (porque Jesús está misteriosamente presente en el
prójimo y sobre todo en el prójimo más necesitado. Se trasladó a Venecia
en 1520, alojándose en el hospital de la ciudad y continuó con su apostolado
corporal y espiritual. Murió en Nápoles el año 1547.
Mensaje de santidad.
San Cayetano es el Patrono del pan y del trabajo y eso está
muy bien, porque el pan, con lo cual significamos el alimento material que
necesitamos para el sustento del cuerpo, se lo pedimos al santo para que, por
su intercesión, no nos falte nunca, sobre todo en estos momentos tan difíciles
por los que está atravesando nuestra Patria; San Cayetano es Patrono del
trabajo y eso está muy bien, porque el trabajo es un mandato divino, es un
mandato de Dios: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, por eso la pereza
y el pretender ganar dinero sin trabajar, haciendo pereza, es un pecado mortal
y ningún católico puede aceptar la idea de que no hay que trabajar y de que
todo tiene que venir del Estado, porque eso es un pecado mortal, que atenta
directamente contra el mandato divino, tal como lo acabamos de ver en las
Sagradas Escrituras. San Cayetano, entonces, es el Patrono del pan y del
trabajo; sin embargo, no debemos quedarnos en las limitaciones horizontales de
estas consideraciones que hacen a la vida temporal solamente, debemos tener en
cuenta que San Cayetano, además de interceder para que tengamos pan material en
la mesa todos los días y además de interceder para que no nos falte el trabajo necesario
para ganar el sustento de todos los días, es también Patrono e intercesor de
otro pan y de otro trabajo: el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y el
trabajo para el Reino de los cielos, para la vida eterna, porque San Cayetano
era sacerdote y el trabajo principal del sacerdote ministerial es precisamente
ese: proporcionar a los bautizados el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía
y el proporcionar el trabajo para el Reino de los cielos. Por medio de la Santa
Misa, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles bautizados el Pan Vivo
bajado del cielo, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, que alimenta el alma con la
misma substancia divina, por eso es llamado “Pan de los Ángeles”; por medio de
su actividad apostólica, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles
bautizados el trabajo que deben hacer para ganar el cielo y es trabajar y el
trabajo consiste en rezar el Rosario, hacer Adoración Eucarística, frecuentar
los Sacramentos –Confesión sacramental y Eucaristía- y obrar las obras de
misericordia corporales y espirituales –por eso decía que a Dios lo encontramos
en la Eucaristía y en el hospital, en los enfermos- que nos indica la Iglesia,
sin las cuales no podemos ingresar en el Reino de los cielos. Por esta razón es
que a San Cayetano no sólo debemos pedirle el pan material y el trabajo
material: debemos pedirle que interceda para que no nos falte algo
infinitamente más grande que eso y es el Pan Vivo bajado del cielo, la Sagrada
Eucaristía y que nos conceda y nos ayude a trabajar por el Reino de los cielos.
Sólo así nuestro Santo Patrono obrará plenamente la obra de Dios en nuestras
almas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario