San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 28 de julio de 2022

San Cayetano, danos el Pan de Vida eterna y ayúdanos a trabajar para el Reino de Dios

 



         Vida de santidad[1].

         Nació en Vicenza el año 1480. Estudió derecho en Padua y, después de recibida la ordenación sacerdotal -fue ordenado en 1516, a los 36 años-, instituyó en Roma la sociedad de Clérigos regulares o Teatinos, con el fin de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero. San Cayetano se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la caridad para con el prójimo. Poco tiempo después de ser ordenado sacerdote, fue nombrado secretario privado del Papa Julio II, asistiéndolo en la escritura de las cartas apostólicas. Funda en Roma la “Cofradía del Amor Divino”, una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Como sacerdote, obraba obras de misericordia corporales y espirituales: por un lado, ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos, especialmente a los que poseían enfermedades más severas; por otra parte, se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Por eso solía repetir: “En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración (esto es, en la Adoración Eucarística), en el hospital le encontramos personalmente” (porque Jesús está misteriosamente presente en el prójimo y sobre todo en el prójimo más necesitado. Se trasladó a Venecia en 1520, alojándose en el hospital de la ciudad y continuó con su apostolado corporal y espiritual. Murió en Nápoles el año 1547.

         Mensaje de santidad.

         San Cayetano es el Patrono del pan y del trabajo y eso está muy bien, porque el pan, con lo cual significamos el alimento material que necesitamos para el sustento del cuerpo, se lo pedimos al santo para que, por su intercesión, no nos falte nunca, sobre todo en estos momentos tan difíciles por los que está atravesando nuestra Patria; San Cayetano es Patrono del trabajo y eso está muy bien, porque el trabajo es un mandato divino, es un mandato de Dios: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, por eso la pereza y el pretender ganar dinero sin trabajar, haciendo pereza, es un pecado mortal y ningún católico puede aceptar la idea de que no hay que trabajar y de que todo tiene que venir del Estado, porque eso es un pecado mortal, que atenta directamente contra el mandato divino, tal como lo acabamos de ver en las Sagradas Escrituras. San Cayetano, entonces, es el Patrono del pan y del trabajo; sin embargo, no debemos quedarnos en las limitaciones horizontales de estas consideraciones que hacen a la vida temporal solamente, debemos tener en cuenta que San Cayetano, además de interceder para que tengamos pan material en la mesa todos los días y además de interceder para que no nos falte el trabajo necesario para ganar el sustento de todos los días, es también Patrono e intercesor de otro pan y de otro trabajo: el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y el trabajo para el Reino de los cielos, para la vida eterna, porque San Cayetano era sacerdote y el trabajo principal del sacerdote ministerial es precisamente ese: proporcionar a los bautizados el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía y el proporcionar el trabajo para el Reino de los cielos. Por medio de la Santa Misa, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles bautizados el Pan Vivo bajado del cielo, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, que alimenta el alma con la misma substancia divina, por eso es llamado “Pan de los Ángeles”; por medio de su actividad apostólica, el sacerdote ministerial proporciona a los fieles bautizados el trabajo que deben hacer para ganar el cielo y es trabajar y el trabajo consiste en rezar el Rosario, hacer Adoración Eucarística, frecuentar los Sacramentos –Confesión sacramental y Eucaristía- y obrar las obras de misericordia corporales y espirituales –por eso decía que a Dios lo encontramos en la Eucaristía y en el hospital, en los enfermos- que nos indica la Iglesia, sin las cuales no podemos ingresar en el Reino de los cielos. Por esta razón es que a San Cayetano no sólo debemos pedirle el pan material y el trabajo material: debemos pedirle que interceda para que no nos falte algo infinitamente más grande que eso y es el Pan Vivo bajado del cielo, la Sagrada Eucaristía y que nos conceda y nos ayude a trabajar por el Reino de los cielos. Sólo así nuestro Santo Patrono obrará plenamente la obra de Dios en nuestras almas.

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