San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 4 de abril de 2022

Santa Liduvina, Patrona de los enfermos crónicos, nos hace ver el valor del sufrimiento unido a Jesucristo

 



Cuando se enfrentan con una enfermedad grave o crónica, que provoca mucho sufrimiento corporal, muchos católicos, haciendo caso omiso de las enseñanzas de la Iglesia, se quejan de dichas enfermedades, dolores y sufrimientos, desaprovechando el tesoro espiritual que esto implica. Ahora bien, los santos son los que nos enseñan cómo aprovechar estos tesoros espirituales que el Cielo nos envía. Es el caso de Santa Liduvina (1380-1433), Patrona de los enfermos crónicos, quien tuvo la siguiente experiencia mística.

Según se narra en su biografía, la santa recién había comenzado con una enfermedad que le provocaría una parálisis, la cual la mantendría postrada hasta el fin de sus días; fue entonces que, una noche, la santa soñó que Nuestro Señor le proponía este negocio: “Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?”. Y que ella respondió: “Prefiero 38 horas en el purgatorio”. Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir. Y fue así que pasaron 38 horas y 380 horas y 3.800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí: “¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3.800 horas”. El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta: “¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?”. La santa le contestó: “¡Pues 3.800!”. El ángel le replicó: “¿Sabe cuánto hace que usted se murió? No hace todavía ni cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que usted se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3.800?”. Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: “¡Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra!”. Y despertó. Y desde ese momento estuvo en verdad 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía: “Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar”. Y seguía sufriendo contenta su parálisis para pagar sus propios pecados y para conseguir la salvación de muchos pecadores.

Por último, que los enfermos deban unir sus sufrimientos a la Pasión del Señor, es un premio que Dios concede a los que más aman y esto está en una de las Preces de la Liturgia de las Horas: “Señor, que los enfermos unan sus dolores a la Pasión de Cristo, para que así merezcan luego participar de su gloria en la vida eterna”.

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