Nació en Montfort, Francia, en 1673. Desde muy
joven fue un gran devoto de la Santísima Virgen. Antes de ir al colegio por la
mañana y al salir de clase por la tarde, iba a arrodillarse ante la imagen de
Nuestra Señora y allí se quedaba como extasiado. Pero el santo no se contentaba
con rezar, ya que era muy caritativo con los más necesitados. El padre de Luis
María era un hombre muy violento y cuando su padre estallaba en arrebatos de
mal humor, el joven se refugiaba en sitios solitarios y allí rezaba a la Virgen
amable, a la Madre del Señor. Y esto lo hará durante toda su vida. De igual
manera, cuando ya como sacerdote sea incomprendido, perseguido, insultado con
el mayor desprecio, encontrará siempre la paz orando a la Reina Celestial,
confiando en su auxilio poderoso y desahogando en su corazón de Madre, las
penas que invaden su corazón de hijo. Durante su vida sacerdotal fue un gran peregrino
y devoto de los santuarios marianos. Su primera Misa quiso celebrarla en un
altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de
París fue su templo preferido y su refugio.
San
Luis Maria de Montfort dedicó todas sus grandes cualidades de predicador y de
conductor de multitudes a predicar misiones para convertir pecadores y para lograrlo,
invocaba constantemente a la Virgen. El Papa Clemente XI lo recibió muy
amablemente y le concedió el título de “Misionero Apostólico”, con permiso de
predicar por todas partes.
En
cada pueblo o vereda donde predicaba procuraba dejar una cruz, construida en
sitio que fuera visible para los caminantes y dejaba en todos un gran amor por
los sacramentos y por el rezo del Santo Rosario, siendo por esto perseguido por
los jansenistas, quienes predicaban todo lo contrario, esto es, que no había
que recibir casi nunca los sacramentos porque no somos dignos de recibirlos. Antes
de cada misión se encomendaba a la Santísima Virgen, diciendo: “donde la Madre
de Dios llega, no hay diablo que se resista”. San Luis de Montfort fundó una
Comunidad religiosa llamada “Los Padres Montfortianos”, llamando a la sección
femenina “las Hermanas de la Sabiduría”. Murió San Luis el 28 de abril de 1716,
a la edad de 43 años.
Mensaje
de santidad.
Dentro
de su vasto mensaje de santidad, podemos destacar una de sus obras más
conocidas, “La Verdadera Devoción a la Virgen María”. En esta obra, además de
enumerar las características de los verdaderos devotos de la Virgen, también
enumera cuáles son los falsos devotos de la Madre de Dios. Veamos cuáles son
esos falsos devotos de la Virgen, según San Luis María, para evitar ser uno de
ellos. Según el santo, entre los falsos devotos a la Virgen se encuentran: los
devotos críticos, que no creen en nada pero todo lo critican; los devotos escrupulosos,
que temen ser demasiado devotos de la Santísima Virgen por respeto a Jesucristo,
tomando una actitud semejante a la de los protestantes; los devotos exteriores,
que hacen consistir toda su devoción en prácticas exteriores, en tanto que interiormente
no hacen nada por acercarse a la Madre de Dios; los devotos presuntuosos, que
bajo el oropel de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados
en el pecado; los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas
de devoción o las abandonan a la menor tentación; los devotos hipócritas, que
entran en las cofradías y visten la librea de la Santísima Virgen para hacerse
pasar por santos, pero sus vidas distan mucho de ser vidas de santidad; finalmente,
los devotos interesados, que sólo recurren a la Virgen para librarse de males
corporales o alcanzar bienes de este mundo. Que la Santísima Virgen, por intercesión
de San Luis María Grignon de Montfort, nos libre de ser un falso devoto de
María.
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