Vida
de santidad[1].
Nació
en Nursia, en la región de Umbría; fue educado en Roma estudiando retórica y filosofía
y luego abrazó la vida eremítica en la región de Subiaco bajo la guía de un
ermitaño y viviendo en una cueva. Pasado un tiempo, se trasladó a Casino, donde
fundó el célebre monasterio en el año 529 y escribió un Regla -llamada “La
Santa Regla”-, que se propagó de tal modo por todas partes que por ella mereció
ser llamado “Patriarca de los monjes de Occidente”, ya que sirvió de
inspiración para los reglamentos de muchas otras congregaciones religiosas.
Murió, según la tradición, el veintiuno de marzo de 547. Es Patrón de
Occidente, de Europa, de los maestros y los escolares, de los caldereros,
mineros, espeólogos, de los moribundos, contra la fiebre, las inflamaciones,
envenenamientos, los cólicos y también contra la hechicería, ya que fue un
poderoso exorcista, un don recibido de lo alto, mediante el cual sometía y
expulsaba a los espíritus malignos, los demonios, utilizando como sacramental
la conocida “Medalla y Cruz de San Benito”. San Benito predijo el día de su
propia muerte, que ocurrió el 21 de marzo del 547, pocos días después de la
muerte de su hermana, santa Escolástica.
Mensaje
de santidad.
Su principal mensaje de
santidad es su vida como monje, dedicado exclusivamente a la oración, al
trabajo y a la disciplina, observando la Regla que él mismo había redactado,
como forma de acceder a la unión con Dios por medio de la oración y el trabajo.
Se levantaba a las dos de la madrugada a rezar los salmos y pasaba horas
rezando y meditando. Pero no solo rezaba y meditaba sino que, imitando a
Nuestro Señor Jesucristo, que siendo Hombre-Dios trabajaba en la carpintería,
San Benito también pasaba largas horas haciendo trabajo manual, ya que
consideraba el trabajo como fuente de santificación, al haberlo santificado
Nuestro Señor en su vida terrena. Ayunaba diariamente, sin comer nada hasta la
tarde. Recibía a muchos para dirección espiritual y algunas veces acudía a los
pueblos con sus monjes a predicar. Era famoso por su trato amable con todos. Su
gran amor y su fuerza fueron la Santa Cruz con la que hizo muchos milagros. Fue
un poderoso exorcista. Este don para someter a los espíritus malignos lo
ejerció utilizando como sacramental la famosa Cruz de San Benito.
De
su extenso mensaje de santidad, nos detendremos brevemente en la famosa “Medalla
o Cruz de San Benito”, puesto que el santo la usaba para hacer exorcismos, para
expulsar demonios y para impedir el ingreso de brujas y de espíritus malignos
sea en las personas como en los conventos.
La
medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con gran
poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en sí misma sino en
Cristo quien lo otorga a la Iglesia y por la fervorosa disposición de quién usa
la medalla. Ésta es la descripción de la medalla:
En
el frente de la medalla aparece San Benito con la Cruz en una mano y el libro
de las Reglas en la otra mano, con la oración: “A la hora de nuestra muerte
seamos protegidos por su presencia”. (Oración de la Buena Muerte). El reverso
muestra la cruz de San Benito con las letras:
C.S.P.B.: “Santa
Cruz del Padre Benito”.
C.S.S.M.L.: “La
santa Cruz sea mi luz” (crucero vertical de la cruz)
N.D.S.M.D.: “y
que el Dragón no sea mi guía” (crucero horizontal)
En
círculo, comenzando por arriba hacia la derecha:
V.R.S.: “Retrocede
Satanás”
N.S.M.V.: “Deja
de atraerme con tus mentiras”
S.M.Q.L.: “Venenosa
es tu carnada”
I.V.B.
: “Trágatela
tu mismo”
PAX: “Paz”
En
la iconografía, se lo presenta como abad, con hábito benedictino, pues es el
fundador de la Orden; se lo representa con un vaso que tiene dentro una serpiente
debido a que sus mismos monjes trataron de envenenarlo por la severa disciplina
que exigía; también aparece un cuervo, porque en otro intento de envenenamiento,
apareció de la nada un cuervo, quien tomó con el pico el pan envenenado dirigido
a San Benito y se lo llevó, salvándole la vida; por último, se lo representa
con el libro de la regla monástica, la que él escribió.
La
Medalla y la Cruz de San Benito es un poderosísimo sacramental, investido de la
fuerza divina de Nuestro Señor Jesucristo y utilizado por San Benito para hacer
exorcismos y alejar a las brujas y demonios. La Iglesia lo continúa usando en
la actualidad y aconseja incansablemente su uso por parte de los fieles católicos,
tanto más, cuanto que la actividad demoníaca y de sus servidores, los brujos,
es la más alta en nuestros días que en cualquier otra época de la humanidad. Utilicemos
el sacramental de la Medalla de San Benito y encomendémonos al santo, para vernos
libres, por la Santa Cruz de Jesús, de las acechanzas del Demonio y de la
perversidad y malicia de los servidores del Demonio, los brujos, los
hechiceros, los chamanes, los satanistas y los ocultistas.
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