Representación
del sueño profético de Don Bosco en donde se revela el futuro de la Iglesia.
Desde una roca, el santo contempla una escena asombrosa: en un mar agitado, una
majestuosa nave atraca entre dos grandes columnas de mármol, en cuyos extremos
se encuentran la Inmaculada Concepción y la Eucaristía. Delante y atrás de la
nave central, pequeñas naves que naufragan en medio de la confusión, el humo y
el fuego, aunque otras navecillas parecen acercarse para que sus tripulantes
suban a la gran nave, en cuya proa destaca el Santo Padre, de pie, acompañado
por sus cardenales y obispos. La gran nave es la Iglesia Católica, guiada por
Pedro bajo la asistencia del Espíritu Santo, que habrá de atravesar grandes
tribulaciones, simbolizadas en el mar agitado, y sufrir persecuciones,
simbolizadas en las navecillas que la atacan; sin embargo, cuando humanamente
la batalla parezca perdida, la Iglesia será salvada por la intervención
prodigiosa de la Madre de Dios y por un substancial incremento de la fe en la
Presencia real, verdadera y substancial de Jesucristo en la Eucaristía. La
Virgen y la Eucaristía salvarán la fe y las almas de los bautizados.
Bienaventurados habitantes del cielo, Ángeles y Santos, vosotros que os alegráis en la contemplación y adoración de la Santísima Trinidad, interceded por nosotros, para que algún día seamos capaces de compartir vuestra infinita alegría.
San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".
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